Saturday 8 August 2015

33 Explicar el islam a la gente



«Es más fácil engañar a la gente que convencerles de que han sido engañados». – Mark Twain

Al principio, cuando aprendí la verdad sobre el islam, esta me impactó y quería explicársela a la gente. La reacción que esto generó me pilló por sorpresa. Mis amigos más tranquilos de repente me evitaban siempre que podían. Los más extrovertidos me reprendían, tachándome de racista, intolerante, hasta de fanático. No era algo que me esperase y tardé en entender lo que pasaba. Para poder comprender su reacción tenía que conocer algo más el proceso que normalmente recibe el nombre de lavado de cerebro.
Este es un proceso en el que un agente externo controla los pensamientos y acciones de las personas. Requiere el uso de una serie de técnicas distintas, pero, en esencia, se trata de un proceso que se aprovecha del mecanismo de supervivencia del ser humano.
Cuando oímos a varias personas repetir constantemente las mismas cosas nuestros cerebros tienden a creérselas. Este es un importante mecanismo de supervivencia porque la mayoría de esos datos suelen ser correctos. Cuando alguien te dice que no te metas en una cueva porque hay dentro un oso enorme, lo inteligente es escuchar, por ese motivo nuestro cerebro funciona de este modo.
Las sectas religiosas se aprovechan de este hecho y amplifican su eficacia utilizando técnicas como la privación de sueño, el cambio de los horarios de comidas, etc. (muchas de estas técnicas las encontramos en el islam, sobre todo durante Ramadán). Sin embargo, hay un modo más frecuente de usar este proceso y es el que emplean aquellos que tienen acceso a los medios de comunicación masivos.
Los publicistas comprenden que si bombardean constantemente nuestros cerebros con mensajes que nos dicen «nuestro producto es bueno», poco a poco alterarán nuestra opinión. A todos nos gusta pensar que no nos afecta este tipo de manipulación, a pesar de que los datos sugieren lo contrario.
El islam político ha utilizado esta técnica con bastante éxito desde hace unas cuantas décadas, nos dice constantemente que el islam es bueno, «igual que el cristianismo» y cosas por el estilo, de tal manera que ahora a muchos les han lavado el cerebro para que se lo crean.
Hemos escuchado este mensaje en boca de presidentes y primeros ministros, lo han repetido profesores, la prensa, líderes religiosos y prácticamente cualquiera en una posición de autoridad. Por ello, la mayoría de las personas creen que es verdad.
El problema al intentar lavar el cerebro de la gente con una mentira radica en que una vez que han descubierto la verdad, ninguna técnica empleada les convencerá para que se crean la mentira. Cuando uno mira dentro de la cueva y no encuentra ningún oso, es imposible que le vendan la idea contraria.
Por supuesto, alguien que se dedica a estas técnicas y es medianamente inteligente ya sabe que esto es así, por lo que usa el hábil truco de «aislar» a la gente de la verdad. Además de lavarte el cerebro para que creas «una mentira», te convencen de que todo aquel que intenta decirte la verdad es malvado, peligroso o malicioso y por eso no deberías prestarle atención. Si les escuchas, acabarás siendo como ellos y te rechazará la sociedad. Los musulmanes descalifican a estas personas al llamarlas racistas, fanáticos, islamófobos, intolerantes, ignorantes, etc. Lo hemos oído tantas veces que empezamos a creerlo.
Este proceso ha sido tan eficaz que en estos momentos cuando la gente escucha a alguien criticar al islam, de manera instintiva creen que esa persona es un fanático peligroso y malvado. Por ese motivo, harán lo que sea para evitar escuchar lo que tiene que decir.
Para que las personas entiendan este punto de vista es necesario que admitan que son ellos los que se equivocan. Los que comprenden la naturaleza humana sabrán que suele ser más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que obligar a alguien a reconocer algo así.
No me esperaba esta reacción y aún me cuesta creer lo eficaz que ha sido el proceso. Escuchar a gente que en otros aspectos es inteligente y racional pero que se niega por completo a escuchar un argumento perfectamente lógico, como si esas palabras pudieran infectarle, me ha abierto los ojos. Es probable que esto también le sorprenda, pero una vez que comprendí esta reacción, encontré modos de sortearla.
Cuando empecé a escribir este libro, se lo envié en varios correos a amigos que me respondieron con críticas por ser tan intolerante y fanático. Tras esos correos, decidí volver a escribir con cuidado el texto para que fuera lo más neutro posible. Evité de forma premeditada las críticas al islam, sobre todo en los primeros capítulos para evitar las reacciones de aquellos a los que han lavado el cerebro. Este enfoque cuidadoso ha funcionado bastante bien y muchos de los que habrían tenido una respuesta hostil si no lo hubiera hecho así, han descubierto la verdad.
A primera vista, este enfoque puede parecer algo obcecado. Después de todo, ¿de qué sirve hablar sobre el islam si no es para criticarlo?
No obstante, la ventaja radica en que una vez que la gente comprende qué es el islam, ya no tienes que decirles que está mal, basta con dejar que lleguen a sus propias conclusiones. Si les explicas que los musulmanes están obligados a imitar el comportamiento de Mahoma, lo único que necesitas es mostrarles su biografía y entonces, hasta la persona más políticamente correcta comprenderá el problema.
Siempre que quiero explicarle a alguien el tema del islam le digo que he «investigado» o que he «leído mucho sobre esto» y le comento lo interesante que me parece. La mayoría quiere saber más sobre el islam porque lo que saben no les parece que sea del todo correcto.
Normalmente, llegados a este punto intento no debatir nada más allá de lo básico. Suelo contar que los musulmanes deben seguir el ejemplo de Mahoma y que el Corán es difícil de comprender. Luego, me ofrezco a darles algo de material interesante.
Siempre recomiendo este libro, no porque sea yo el autor, sino porque es el mejor modo que conozco para explicar este tema a los principiantes, sobre todo si son escépticos. Además, tiene la ventaja de estar disponible en internet de forma gratuita en inglés en:
http://thestoryofmohammed.blogspot.com.au
Por desgracia, hay pocas personas que quieran leer un libro tan largo en el ordenador.
Hay otros libros, como los de Bill Warner, Daniel Scott o Brigitte Gabriel, que son mejores por diversos motivos, pero creo que este libro es más útil para empezar con este tema. Claro que puede recomendar otro libro, solo asegúrese antes de que no genere demasiada confrontación, al menos no en los primeros capítulos, porque eso puede desanimar a los lectores políticamente correctos.
Sobre todo, evite las críticas al islam hasta que la otra persona no sepa la verdad e, incluso entonces, deje que sea el otro el que empiece. Si la gente no está interesada es mejor no insistir. A menudo, acaban descubriendo todo por su cuenta, lo que hace que tengan preguntas y vuelvan luego para consultarlas. Una vez que se ha plantado la semilla hay ocasiones en las que esta puede crecer sin más ayuda.
Siempre que alguien se muestre hostil ante la verdad es mejor no insistir. Basta con darles material Adecuado y dejar que decida por su cuenta. Es mejor cambiar de tema y conservar la amistad. Más adelante nos sorprenderemos al ver cuántos descubren la verdad sin más ayuda. Si persistimos solo reforzaremos sus barreras. Este tipo de enfoque nos ahorrará disgustos y será más útil a la hora de concienciar a la gente sobre los peligros de la expansión islámica.

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