Había una gran caravana que
regresaba a La Meca cargada de bienes y tesoros. Mahoma se enteró y decidió
atacarla para robar lo que transportaba. Algunos de sus hombres no estaban
seguros de querer participar, dado que tenían familiares entre los Quraish y eran
todos de la misma tribu. Matarles siempre había estado prohibido antes de la
llegada del islam, pero ahora Mahoma lo permitía. Mahoma envió un pequeño
ejército al ataque, pero los de la caravana habían sido informados de lo que
iba a pasar. Enviaron al jinete más rápido a La Meca a pedir ayuda. Los
habitantes de La Meca reunieron un ejército a toda velocidad y marcharon hacia
el norte para defender la caravana. A todo esto, la caravana había logrado
esquivar al ejército de Mahoma y ya había entrado en La Meca. Aunque la
caravana se encontraba fuera de peligro, el ejército de La Meca decidió ir al
encuentro de los musulmanes en un lugar llamado Badr.
Hasta ese momento, los luchadores de
Mahoma no se habían visto envueltos en una batalla real. La mayoría de sus
objetivos había sido pequeñas caravanas de comerciantes. El ejército de los
musulmanes contaba con muchos menos soldados, pero la batalla empezó y Mahoma
tuvo una revelación que quedó registrada en La
Sira:
I445 Algunas flechas surcaron el cielo y un musulmán murió. Mahoma habló
a su ejército: «Por Alá, cada hombre que muera hoy luchando con valor,
avanzando y sin retroceder, entrará en el Paraíso». Uno de sus hombres, que
hasta entonces había estado comiendo dátiles, dijo: «¿Quieres decir que si me
matan los Quraish no habrá nada que se interponga en mi camino al Paraíso?».
Lanzó los dátiles al suelo, sujetó su espada y se fue a la lucha. Cumplió su
deseo y murió al poco tiempo.
I445 Uno de los hombres de Mahoma preguntó qué hacía reír a Alá. Mahoma
respondió: «Cuando un guerrero se adentra en la batalla contra el enemigo sin
armadura». El hombre se quitó la cota de malla, alzó su espada y se preparó
para atacar (y murió).
Los musulmanes recibieron una
inyección de valor al conocer la revelación de Mahoma. No solo habían perdido
el miedo a la muerte, sino que ahora la buscaban. Si ganaban la batalla, se
quedarían con el botín de guerra y si perdían accederían al Paraíso.
La batalla fue favorable a los
musulmanes, el destino quiso que se levantase una tormenta de arena en el
momento decisivo y que soplase en dirección a los combatientes de La Meca.
Según Mahoma, estos eran los ángeles que soplaban la arena hacia los rostros de
sus enemigos. Los musulmanes ganaron su primera batalla contra todo pronóstico.
A pesar de que Mahoma era en efecto un estratega militar muy hábil, lo cierto
es que fue su capacidad para motivar a sus seguidores hacia esa valentía
suicida lo que resultó ser su verdadera genialidad.
Extracto de La Sira:
I455 Cuando se arrastraron los
cuerpos al pozo, uno de los musulmanes vio allí el cuerpo de su padre y dijo:
«Mi padre era un hombre virtuoso, sabio, amable y culto. Esperaba que se
convirtiese en un musulmán, pero ha muerto como un kafir. Ahora su morada será
el fuego del infierno por toda la eternidad». Antes del islam, siempre había
estado prohibido matar a un miembro de su propia familia o su tribu. Tras la
llegada del islam, un hermano podía matar a otro y los hijos podían matar a sus
padres si luchaban por la causa de Alá: la yihad.
Comentarios del autor:
Aunque apenas eran unos pocos
cientos de hombres los que participaron en la batalla, esta es probablemente
una de las más importantes contiendas en la historia, pues marca el punto de
inflexión de una religión que profesan más de mil millones de almas en la
actualidad. Los musulmanes conocen muy bien esta batalla, mientras que la
mayoría de los occidentales no saben de su existencia. Los hombres de Mahoma
fueron a la lucha como un grupo harapiento de bandoleros, pero salieron de la
batalla convertidos en una potente fuerza política. La noticia del éxito de
Mahoma llegó a todas partes en Arabia y esta victoria (junto con el botín de
guerra) trajo a más seguidores.
Lo fundamental, además, es que
Mahoma reforzó los cimientos del nuevo sistema: la yihad. Al introducir el
concepto del martirio en su religión (o movimiento político), consiguió
inspirar a sus seguidores para que abrazasen la idea del valor suicida. Esto
representa una ventaja considerable para cualquier ejército, sobre todo para
uno capaz de reemplazar a los guerreros caídos tan rápido, tal y como ha
demostrado el islam. Mahoma comprendió enseguida la ventaja que esto suponía y
a partir de ese momento, gran parte de sus enseñanzas girarían en torno a la
importancia del martirio. Habló en repetidas ocasiones de las recompensas que
esperaban a aquellos mártires una vez llegasen a la otra vida, premios que
superaban con diferencia lo que un musulmán normal podía recibir. Hay distintos
niveles en el cielo del islam, las diferencias que existen entre los mismos
pueden ser tan grandes como las que existen entre la vida en la tierra y el
primer nivel del cielo. Los shahid (mártires) van directos al nivel más
elevado.
Reglas de la yihad:
5) Inspira a tus seguidores hacia el
valor suicida y fanático.
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